La cantante Pink saltó a la fama a finales de la década de los 90 y principios del 2000, mucho antes de que existieran las redes sociales o los influencers que se han convertido en una versión paralela de las estrellas del pop. Lo que más preocupa a la artista es que este nuevo tipo de celebridades comienzan sus carreras incluso antes de lo que lo hacían sus compañeros de profesión y ella misma.
Esta semana ha expresado su preocupación al respecto vía Twitter utilizando como ejemplo a una youtuber de 13 años llamada Piper Rockelle tras ver las imágenes que se comparten de ella en las cuentas de Instagram y similares a su nombre que manejan sus progenitores y que, en su opinión, constituyen un caso claro de explotación.
“¿En qué momento vamos a decir todos los demás que no está bien que una niña de 13 años pose en bikini mientras su madre le saca fotos?”, preguntó Pink.
Ahora la propia Piper ha reaccionado a las declaraciones de la veterana artista para aclarar que no le guarda rencor aunque en realidad no pueda estar más equivocada acerca de la situación que vive en su hogar.
“Es lo contrario. Soy una niña con un sueño y mi madre es increíble por ayudarme a vivirlo”, ha asegurado en declaraciones al portal TMZ, añadiendo que Pink se daría cuenta de ello si se molestara en ver alguno de sus vídeos. “Creamos un tipo de contenido que cualquiera puede ver”.