El Dia de Todos los Santos, un volador de Papantla sufrió una caída en pleno acto, el cual fue captado en video y subido a redes sociales.
El accidente se registró en Huaquechula, Puebla, este fin de semana, cuando cientos de personas vieron asombradas la caída del volador de Papantla.
Fue durante el primer acto de vuelo que las cuerdas que sostenían a uno de los voladores de Papantla, se rompieron soltando al hombre y haciéndolo caer desde una gran altura.
Al notar que un volador de Papantla cayó y se impactó directamente al suelo, varias personas corrieron a su auxilio, mientras otros tantos solicitaron apoyo de personal médico de la región.
Tras el accidente, el fue acróbata fue trasladado a un hospital de la región, donde se le realizó una revisión médica y aunque información preliminar refiere que la salud del hombre está estable, hasta el momento las autoridades oficiales no han confirmado dicho dato.
Esta no es la primera vez que un volador de Papantla cae desde una altura considerable, pues hace un año, en Hidalgo, se captó también la caída de uno de estos voladores de Papantla, quien cayó de una altura de al menos 20 metros cuando estaba en pleno vuelo.
El hombre que minutos después fue identificado como Antelmo Gómez Hernández, de 25 años, fue trasladado al Hospital General de Tulancingo por fracturas múltiples en un brazo, así como lesiones en piernas, cadera y columna vertebral.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la ceremonia ritual de los voladores de Papantla es una danza asociada a la fertilidad que ejecutan diversos grupos étnicos de México y Centroamérica, en particular los totonacos del Estado de Veracruz, situado al este de México.
Su objeto es expresar el respeto profesado hacia la naturaleza y el universo espiritual, así como la armonía con ambos. En el transcurso de la ceremonia, cuatro jóvenes trepan por un mástil de 18 a 40 metros de alto fabricado con el tronco de un árbol recién cortado en el bosque tras haber implorado el perdón del dios de la montaña. Sentado en la plataforma que remata el mástil, un quinto hombre, el caporal, toca con una flauta y un tambor melodías en honor del sol, así como de los cuatro vientos y puntos cardinales.