Francisco emprende mañana su viaje a Irak, el más difícil de su pontificado, en medio de una pandemia y tras los últimos atentados y lanzamientos de misiles, pero también el más deseado, para dar esperanza a los cristianos del país, casi desaparecidos, y tender la mano a los musulmanes chiíes.
El papa, que retoma sus visitas internacionales tras 15 meses y que ya fue el primero en visitar la Península Arábiga, también será el primero en llegar a Irak, la tierra del profeta Abraham, a la que tanto Juan Pablo II y Benedicto XVI quisieron viajar, pero nunca lo consiguieron.