Esta nueva entrega de la plataforma de streaming dura más de dos horas y cuenta con grandes estrellas, como Julia Roberts o Ethan Hawke; sin embargo, la crítica tiene sus propias opiniones.
“Dejar el mundo atrás” cuenta la historia de una familia que decide tomar unas sorpresivas vacaciones alquilando una casa en el campo. Cuando están pasando la primera noche allí, dos extraños golpean a la puerta. Estas dos personas, padre e hija, dicen ser los dueños de la casa alquilada.
La razón por la cual están ahí es porque un ciberataque ha provocado un apagón tecnológico y no tiene otra opción que molestar a sus inquilinos. A pesar de la desconfianza inicial, Amanda (Julia Roberts) y su marido (Ethan Hawke) aceptan convivir con los Scott (Mahershala Ali y Myha’la Herrold), sin saber que el ataque es mucho más grave y definitivo de lo que creen.
El guion y la dirección son de Sam Esmail, el mismo que creó la serie Mr. Robot (2015-2019) y su trabajo consiste en adaptar el libro del Rumaan Alam y amalgamar una gran cantidad de temas en una película que mezcla la ciencia ficción con el drama y el terror. Una mezcla muy ambiciosa a la que el formato de largometraje le queda muy mal. Su duración de más de dos horas no hace más que exponer que el guión nunca termina de encontrar su rumbo.
El discurso político, la denuncia de un mundo que depende de la tecnología, el racismo, la desconfianza hacia los gobiernos, la solidaridad versus el egoísmo. Las partes no se suman, sino que se restan, la película se apaga antes de llegar a la mitad.
Su solemnidad absoluta la pone en ridículo en más de un momento y los muy malos efectos digitales desconcentran en muchas escenas claves. Basta ver la escena del barco que encalla en la playa para darse cuenta de que ese ha sido un aspecto muy descuidado de la película. Parece más una escena de Sharknado que una producción clase A con grandes estrellas.
El final es tan decepcionante como el resto, aun cuando intenta darle un giro con una sonrisa a esta historia de una sociedad entrando en un apocalipsis producto de un ataque cibernético. La inquietante hipótesis que plantea no genera en ningún momento la más mínima angustia o reflexión.