Al menos 50 personas murieron, la mayoría niñas, y más de un centenar resultaron heridas en el atentado el sábado contra una escuela secundaria femenina de la minoría chií hazara en Kabul, según el último recuento hecho este domingo por las autoridades afganas de las víctimas, que podrían aumentar.
“Con pesar, (comunico que) las víctimas del ataque terrorista de ayer cerca de una escuela femenina aumentaron, con más de 50 niñas y otros ciudadanos muertos, y más de 100 heridos”, informó en un comunicado el portavoz del Ministerio de Interior, Tariq Arian.
El número de víctimas podría aumentar en las próximas horas, después de que su evacuación continuara hasta altas horas de la noche, añadió.
El portavoz del Ministerio de Salud Pública afgano, Dastagir Nazari, explicó a Efe que “el estado de salud de los heridos es bueno y mejora hora a hora” en los hospitales.
“La mayoría de las víctimas son estudiantes, sobre todo niñas”, subrayó Nazari.
El atentado se produjo a primera hora de la tarde del sábado en el área de Dasht-e-Barchi, en el oeste de la ciudad, frente a la puerta de entrada de la escuela secundaria femenina Sayed-ul-Shuhada, justo en el momento en el que las jóvenes abandonaban las aulas.
El Ministerio de Interior detalló en el comunicado que se produjeron tres explosiones: “un coche bomba, seguido de las explosiones de dos IED (artefactos explosivos improvisados) en la misma zona cuando las estudiantes salían de la escuela”.
El ataque tuvo lugar frente a la puerta principal de la escuela en un “área completamente no militar”, donde las estudiantes habían acudido a aprender. “Estos lugares están completamente protegidos por las leyes de la guerra y no deben ser atacados”, subrayó.
Aunque el atentado aún no ha sido reivindicado, todo parece apuntar al grupo yihadista Estado Islámico (EI), que suele reclamar este tipo de ataques contra los hazara, a los que considera apóstatas.
CRUCE DE ACUSACIONES
Los talibanes, que se distanciaron del atentado en un comunicado, condenaron la agresión contra civiles y culparon a “siniestros círculos que, en nombre del EI, operan bajo las alas y la cobertura de los servicios de inteligencia de la Administración de Kabul”.
En un cruce de acusaciones, el Gobierno afgano apuntó sin embargo a los talibanes, primero en un comunicado el sábado del presidente afgano, Ashraf Ghani, y hoy el Ministerio de Interior volvió a insistir en culpar a los insurgentes de lo ocurrido.
Según el portavoz del Ministerio de Interior, los talibanes utilizan estos ataques como “modo de presión” contra el pueblo y el Gobierno. “Los talibanes son responsables de este ataque”, remarcó, subrayando que el EI es solo una “dirección falsa” para desviar sus responsabilidades en este tipo de atentados.
Las imágenes del atentado, que inundaron las redes sociales, mostraron a menores en el suelo con quemaduras frente a la puerta principal del centro educativo, además de otros niños ensangrentados siendo tratados en un hospital.
Las muestras de condena no tardaron en llegar, desde Naciones Unidas hasta gobiernos de todo el mundo.
“La violencia en las escuelas o cerca de ellas nunca es aceptable. Las escuelas deben ser refugios de paz donde los niños pueden jugar, aprender y socializar con seguridad”, expresó en un comunicado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, que recalcó que los niños “nunca deben ser los objetivos de la violencia”.
El atentado se produjo en un área habitada sobre todo por la minoría chií hazara, objetivo habitual de ataques islamistas, como el que sucedió el pasado octubre en ese barrio contra otro centro educativo, que dejó 24 muertos y 57 heridos.
Hace un año, en ese mismo barrio, también fue atacada una maternidad en la que murieron 16 personas, entre ellas, según informaron entonces las autoridades, “dos recién nacidos, madres de recién nacidos y matronas, a los que dispararon”.