Sindicatos y organizaciones sociales de Colombia llamaron a nuevas protestas, después de que el Comité Nacional del Paro y el presidente colombiano, Iván Duque, no lograsen ningún acuerdo en la reunión celebrada este lunes, tras trece días consecutivos de movilizaciones sociales.
Las protestas, menos intensas que en los días anteriores, persistieron a lo largo del país en medio de voces que llaman al diálogo para salir del atolladero, y después de que este domingo subiera la tensión en la ciudad de Cali por los enfrentamientos de supuestos civiles armados contra la marcha indígena.
“El Gobierno en los dos temas centrales que se plantearon sobre las garantías de las protestas y sobre el cese a la actuación desmedida de la fuerza pública contra la gente (…) no dijo nada en concreto”, dijo a Efe el secretario general de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT), Diógenes Orjuela.
Sindicalistas, organizaciones sociales y los profesores, entre otros los que se agrupan bajo la sombrilla del Comité Nacional del Paro, convocaron para el próximo miércoles a un nuevo paro (huelga) nacional, el tercero de las protestas, pues hoy no hubo humo blanco.
A la reunión, realizada en la Casa de Nariño, sede del Ejecutivo, asistieron además del jefe de Estado, la vicepresidente de la República, Marta Lucía Ramírez; el alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, y los representantes del comité de paro.
Además, acudieron como mediadores el representante de Colombia ante la ONU, Carlos Ruiz, y el representante de la Iglesia Católica, monseñor Héctor Fabio Henao.
Pese a que Duque retiró la reforma fiscal, principal motivo de las protestas, las movilizaciones de los jóvenes centran sus peticiones en que el Gobierno debe buscar mecanismos para ofrecerles verdaderas oportunidades de trabajo, de educación, que cese la brutalidad policial y que se retire del Congreso un intento de reformar la salud, entre muchas otras demandas que se escuchan en las calles.
El presidente, tras repetidos llamamientos de que acudiese a la ciudad de Cali, epicentro de las protestas, hizo anoche una visita relámpago de cuatro horas para reunirse con las autoridades locales, aunque no se reunió con ningún manifestante ni visitó los barrios más afectados por las protestas.
Allí el jefe de Estado pidió, una vez más, que se levanten los bloqueos que los manifestantes han puesto en las salidas y entradas de la ciudad -y de otras localidades del país- y que los indígenas del suroeste del país regresen a sus hogares para “para evitar confrontaciones”.
La visita se produjo después de 12 días de protestas, con graves disturbios, episodios de saqueos y brutales escenas de violencia policial, y después de que ayer varios supuestos civiles armados comenzaran a disparar contra la marcha indígena a las afueras de la ciudad, dejando a ocho guardias indígenas heridos.