Dichos medicamentos en un principio fueron diseñados para prevenir ataques de epilepsia; sin embargo, con el paso del tiempo ha habido muchas muertes asociadas a estos fármacos.
En los últimos años han aumentado en Reino Unido las muertes relacionadas con el uso del medicamento Pregabalina, que se prescribe ampliamente como tratamiento contra la ansiedad, entre otros usos.
Comercializado también bajo los nombres de Lyrica y Alzain, el fármaco fue descubierto en solo nueve casos letales en 2012. Sin embargo, diez años más tarde, el número de muertes asociadas al medicamento ascendió a 779, sumando alrededor de 3.400 muertes en cinco años.
Inicialmente diseñado para prevenir ataques de epilepsia, este medicamento anticonvulsivo vio extenderse su uso a la ansiedad y al dolor neuropático, haciendo subir la cantidad de prescripciones en las islas británicas.
Solo en Inglaterra, el fármaco, que tiene potencial adictivo si es consumido durante un largo periodo, se prescribió 8,6 millones de veces en 2022, en comparación con los 5,5 millones en 2016.
El Servicio Nacional de Salud recomienda que los médicos traten con una consideración especialmente cuidadosa la prescripción de pregabalina a los pacientes con un historial de adicciones. Para dejar de tomar el medicamento, el organismo recomienda una reducción gradual de dosis para evitar síntomas de abstinencia.
Expertos médicos sostienen que la pregabalina no es peligrosa si se usa separadamente y conforme a las instrucciones, aunque no se excluyen ciertos efectos secundarios. Sin embargo, advierten que interacciona negativamente con ciertas sustancias, como los opioides, algunos tipos de somníferos, benzodiacepinas y relajantes musculares.
Un análisis de muertes asociadas con la pregabalina en Inglaterra entre 2004 y 2020 revela la presencia de opioides en el 92,8 % de los fallecimientos.