La enviada de la ONU para Birmania, Christine Schraner Burgener, alertó este lunes del riesgo de que la situación en Birmania desemboque en una guerra civil y llamó a todas las partes a aceptar un diálogo.
La diplomática, que lleva casi dos meses en Tailandia para mantener contactos con autoridades de la región y a la espera de poder visitar Birmania, se ofreció como “puente” para esas conversaciones entre la junta militar y los grupos que se oponen a ella, que incluyen a milicias civiles que están combatiendo al Ejército y guerrillas étnicas.
“Esto puede llevar a una guerra civil y por eso yo apoyo la idea de un diálogo, que debe ser totalmente inclusivo”, explicó Schraner Burgener en una conexión por videoconferencia desde Bangkok con corresponsales ante la ONU en Nueva York.
La enviada de Naciones Unidas reconoció que sentar a la mesa a las distintas partes será muy complicado, por lo que dijo que ella podría servir como canal para esas conversaciones y tratar de evitar un conflicto armado total.
“Espero poder tener este papel para prevenir más derramamiento de sangre y una guerra civil, que duraría mucho tiempo”, dijo.
Según apuntó, ese diálogo debería incluir al Ejército, autoridades, grupos armados étnicos, partidos políticos y sociedad civil, con un “pequeño grupo de testigos de la comunidad internacional”.
Schraner Burgener aseguró que todavía tiene esperanzas de poder recibir permiso de los militares birmanos para visitar el país y aseguró que el último mensaje que le ha trasladado su líder, el general Min Aung Hlaing, es que ahora no es el momento, pero no una negativa en redondo.
La representante de la ONU alertó también de la situación humanitaria en partes del país, del alto número de desplazados internos y del aumento de la pobreza.
Por otra parte, preguntada sobre el proyecto de declaración que se está discutiendo en la Asamblea General de Naciones Unidas para presionar a los militares golpistas y cuyo voto se ha retrasado para tratar de lograr más apoyo, Schraner Burgener aseguró que sería muy útil un texto “contundente”, pero también una clara muestra de “unidad” por parte de la comunidad internacional.
Al menos 818 personas han perdido la vida desde la asonada a raíz de la brutal represión ejercida por las fuerzas de seguridad contra las manifestaciones, según cifras de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos, que contabiliza en casi 5.400 a los detenidos desde el golpe de Estado.
Algunos de los manifestantes han decidido tomar las armas contra el Ejército cansados de los pocos avances de las manifestaciones pacíficas.
El Ejército justifica el golpe de Estado por un supuesto fraude electoral en los comicios de noviembre, en los que arrasó el partido de la depuesta líder, Aung San Suu Kyi, como ya hiciera en 2015, y que cuentan con el aval de los observadores internacionales.
La Comisión Electoral birmana, controlada por los militares, anunció el pasado viernes que disolvería por fraude electoral a la Liga Nacional para la Democracia, encabezada por Suu Kyi, y perseguiría por “traición” a sus líderes.