“Aunque vengamos de un país muy pequeño, los chapines tenemos un corazón muy grande para poder luchar”, el conmovedor mensaje que el zacapaneco manda a los guatemaltecos.
El guatemalteco Kevin Cordón protagonizó este sábado uno de esos momentos mágicos que ocurren en los escenarios olímpicos y que marcan la vida de un deportista.
Procedente desde el puesto 59 de la clasificación mundial, se clasificó para las semifinales de los Juegos de Tokio con una victoria clara, sin peros, sobre el surcoreano Kwanghee Heo por 2-0 (21-13 y 21-18).
“Muchas gracias por tomarse el tiempo de ver el partido, de suerte el partido no fue de madrugada. no se tuvieron que desvelarse, a mí me tocó levantarme temprano porque tenía que entrenar, pero agradezco de corazón, no solo por verme, sino por el apoyo, esa ayuda extra que necesitaba para ganar”, dijo en una entrevista luego de su victoria de esta noche que lo convierte en uno de los cuatro mejores del mundo.
Incapaz de asimilar lo que acababa de hacer, Cordón se cubrió el rostro con las manos y cayó al suelo. No podía dejar de llorar. Solo unos minutos después se incorporó y saltó por la cancha de alegría, celebrando un resultado histórico para él, pero también para el bádminton, un deporte dominado por asiáticos y europeos.
“Ahorita no estoy pensando con quien voy a jugar, ni en que ronda estoy. No quiero desaprovechar esta oportunidad o esta alegría que siento ahorita, no me la estoy creyendo. Ahorita está en cero mi mente. Lo único que puedo decir es que estoy muy feliz y todo ha valido la pena, aunque vengamos de un país muy pequeño, los chapines tenemos un corazón muy grande para poder luchar”, manifestó el compatriota.
Sin amedrentarse por la condición de favorito de su rival, Cordón salió a la pista para disputar su partido como un vendaval.
En el primer set, con un juego continuo de ataque, remates certeros y constantes cambios de ritmo, desorientó a un rival que se mostró impotente y que no pudo hacer dos puntos seguidos.
“Me arriesgué y gané. Uno tiene dos oportunidades en la vida, primero en la cabeza cuando se sueña y luego trabajar duro para hacerlo realidad. El triunfo va para todos, para Dios en primer lugar”, agregó.