lunes, diciembre 23, 2024

Confirman la identidad de alias “El Chueco”, el asesino de sacerdotes

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que los forenses confirmaron que el cadáver que encontraron en una comunidad rural en Sinaloa.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, confirmó este jueves la identificación del cuerpo del narcotraficante mexicano José Noriel Portillo Gil, alias “El Chueco”, presunto homicida de dos sacerdotes jesuitas y un guía turístico hace nueve meses.

“Se confirmó que sí es José Noriel Portillo Gil, la persona que encontraron muerta en Choix, Sinaloa, es una comunidad rural. Ya se confirma por los estudios, me acaban de pasar la información”, comunicó López Obrador en su rueda de prensa matutina.

El propio mandatario mexicano había informado el miércoles que el cuerpo del narcotraficante, que para ese momento se estaba identificando, había sido localizado y que habría muerto ejecutado.

La búsqueda y localización de Portillo Gil se volvió prioritaria para las autoridades, tras el asesinato el 20 de junio de 2022 de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora, de 81 años, y Javier Campos, de 79, quien oficiaban en la parroquia de Cerocahui, en el municipio de Urique.

Según las versiones que manejan las autoridades, “El Chueco” habría privado de su libertad y golpeado brutalmente al guía turístico Pedro Palma, quien intentó refugiarse en una capilla jesuita. El sacerdote Mora intentó proporcionarle a Palma la ceremonia de extremaunción, pero Portillo Gil disparó a ambos, así como a Campos, quien también se encontraba en la iglesia.

La Fiscalía General del Estado de Chihuahua incluso anunció una recompensa de cinco millones de pesos (poco menos de 240.000 dólares) por información que llevase a su captura. Contra él también existe una orden de aprehensión desde 2018 por el asesinato de un turista estadounidense.

La impunidad con la que se movía “El Chueco” podía deberse a la protección de Los Salazar, una violenta célula criminal vinculada al Cártel de Sinaloa que opera en los estados de Chihuahua y Sonora.

Con esta protección y con la complicidad del poder político local, el imperio criminal de “El Chueco” ordenaba extorsiones a empresas mineras y controlaba el comercio de la región, incluyendo la explotación de madera.

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