martes, enero 14, 2025
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“Gateadores” de San Andrés Sajcabajá, Quiché, retoman milenaria tradición de Semana Santa

Para pedir perdón por sus pecados, un grupo de 15 hombres recorrió más de 5 kilómetros gateando, y con espinas en su cuerpo. Una penitencia que tienen que llevar a cabo durante siete años consecutivos.

La tradición local de los “gateadores”, fue suspendida en 2020 por la pandemia del covid-19, pero retomó este Viernes Santo, volvió a la vida en el municipio de San Andrés Sajcabajá, en Quiché.

Los 15 “gateadores” completaron el trayecto en aproximadamente cuatro horas como penitencia por sus pecados y también para dar gracias divinas.

Los fieles católicos, cuyas edades oscilan entre los 18 y los 40 años según confirmó la organización, deciden por voluntad propia llevar a cabo la penitencia durante siete años consecutivos.

La tradición nació con la conquista española y transcurre casi en su totalidad en silencio, con los hombres en penitencia murmurando para sus propios adentros en varios segmentos del trayecto.

Previo a la pandemia del coronavirus, cientos de turistas llegaban a presenciar la penitencia. Este 2021, asistieron unas 300 personas.

El recorrido de los gateadores

Los “gateadores” partieron de la iglesia principal de San Andrés Sajcabajá a las 11.00 horas, bajando las gradas del templo católico como dicta la tradición. El trayecto también fue acompañado por otros cinco hombres que cumplieron con los cinco kilómetros con cruces llenas de espinas a sus espaldas y con el rostro semitapado.

Lava del volcán Pacaya a 200 metros de aldea El Patrocinio; pobladores restringen el paso a turistas

A temperaturas de alrededor 1.000ºC, el material volcánico fundido destruye todo lo que toca y su recorrido es difícil de predecir, por lo que los mismos vecinos de la aldea, optaron por cerrar el paso.

El volcán Pacaya lleva más de 55 días con actividad alta y sus grandes ríos de lava, lentamente se acercan a las comunidades cercanas.

Esto ha llamado la atención de turistas nacionales y extranjeros, que sin pensarlo han emprendido el viaje para llegar hasta lo más cerca posible del magma, sin pensar el peligro que corren. Muchos de ellos, llevan irresponsablemente a sus hijos, familiares y hasta sus mascotas.

Los pobladores han pedido ayuda a las autoridades, pues los flujos de lava están muy cerca de llegar a las viviendas. En tanto el vocero de la Conred, David de León, aseguró que las poblaciones ya cuentan con planes de evacuación.

“Se cuenta con sistemas de alerta para informar a los vecinos y se ha identificado el sonido de prevención, así como la alarma para evacuar. Todo esto se ha compartido en reuniones convocadas en las comunidades”, afirmó.

Además, el personal de la Unidad de Prevención de Volcanes y delegados departamentales de la Conred mantienen el monitoreo a las condiciones del coloso. La información generada se comparte con las autoridades y pobladores.

Según se informó ante un aumento de la actividad volcánica, se establecieron dos etapas de alertas.

La primera consta del resguardo de las familias en instalaciones que funcionarían como albergues. La segunda fase sería la evacuación hacia el casco urbano de San Vicente Pacaya.

Por rescatar a un sobrino muere ahogado

Un vacacionista quien se encontraban disfrutando el descanso junto con su familia a orillas del río El Naranjo de Pajapita de San Marcos, al percatarse que un sobrino se estaba ahogando inmediatamente corrió para rescatarlo, sin embargo ya no pudo salir de la poza, murió por asfixia sumersión, lo que provocó una tragedia de sábado de gloria, mientras los Bomberos Municipales Departamentales utilizaron el equipo de buceo para poder rescatar el cuerpo de la víctima.

El niño sobreviviente fue identificado como Luis André Fajardo García de 10 años, mientras el tío Juan Carlos Castaño de 32 años, perdió la vida, al parecer un remolino lo jaló hacía al fondo de las tranquilas aguas del río, mientras los socorristas por espacio de 45 minutos lograron ubicar el cuerpo del fallecido, lo extrajeron y trasladaron a la superficie.

Se vivieron momentos dramáticos en la escena, pues familiares lloraron encima del cadáver de Juan Castaño, no podían creerlo lo que estaban viviendo, pues ellos son originarios de Coatepeque de Quetzaltenango, vinieron a nadar en el río, nunca soñaron que una tragedia iba ocurrir.