Entre los fragmentos de un mural pintado hace más de 2.000 años en lo que ahora es Guatemala, se han descubierto evidencias del calendario más antiguo conocido de la región maya, según un estudio publicado.
Los fragmentos fueron encontrados en el interior de las ruinas de la pirámide de Las Pinturas, en el sitio arqueológico de San Bartolo, departamento de Petén. En uno de los pedazos del mural se pueden apreciar rastros de la cabeza de un animal debajo de una línea y un punto negro, símbolos que representan la fecha ‘7 venado’, uno de los 260 días del calendario adivinatorio maya.
Los resultados de los análisis de radiocarbono determinaron que el glifo fue escrito en algún momento entre los años 300 y 200 a.C. Es decir, más de 1.000 años más de antigüedad que otros jeroglíficos calendáricos encontrados en otras partes de Guatemala.
“La evidencia ahora sugiere que ya no podemos señalar una región de Mesoamérica como Oaxaca (México) como el punto de origen de las escrituras o del mantenimiento de registros calendáricos. La situación apuntaría a un origen aún más temprano, en algún momento durante el Preclásico Medio, si no antes, aunque la evidencia sigue siendo indirecta”, señala el estudio.
El glifo ‘7 venado’ se presenta junto a otros fragmentos de texto en escritura jeroglífica, que “revelan una tradición de escritura establecida, múltiples manos de escribas y murales que combinan textos con imágenes de un complejo ritual temprano”.
El calendario adivinatorio de 260 días era utilizado en toda la antigua Mesoamérica, siendo incluso empleado en la actualidad en algunas comunidades indígenas del sur de México y Guatemala. El calendario estaba compuesto por un número (del 1 al 13 expresados por combinaciones de líneas y puntos), y un día (20 en total) representado con diferentes glifos en un orden establecido y se repiten 13 veces al año. En ese sistema, al día ‘7 venado’ le siguen el ‘8 conejo’, ‘9 agua’, ‘10 perro’, ‘11 mono’, y así sucesivamente.
“El calendario de 260 días ha sido durante mucho tiempo un elemento clave en las definiciones tradicionales de Mesoamérica como región cultural, y su persistencia en muchas comunidades hasta el día de hoy es un testimonio de su importancia en la vida religiosa y social”, destaca el trabajo de investigación. “Nuestra capacidad para rastrear su uso temprano hace unos 23 siglos es otro testimonio de su importancia histórica y cultural”, concluye.